
Con el adiós
de este argentino muy amante de su país, se fue una parte del pádel en sí. El
‘Bebe’ fue uno de los padres fundadores de este deporte, ya que comenzó a jugar
de manera profesional en los albores de la disciplina, y lo siguió haciendo en
el alto nivel hasta diciembre pasado, cuando se despidió en medio de varios
homenajes y el cariño del público.
Tal vez esa
porción del deporte de las paletas que se fue con su retiro se recupere con el
Bebe en otra función: la dirigencial. No ve como algo lejano incorporarse a la
actividad dirigencial y organizativa del deporte, más allá de su ambicioso
proyecto personal.
“La verdad es que me imagino como dirigente del deporte. Me
gusta estar ligado a lo organizativo, a las relaciones con la gente del pádel,
tanto jugadores como dueños de clubes y dirigentes. Me agrada pensar la forma
de desarrollar el deporte. Me veo como un asesor, como alguien que puede dar
consejos. Creo que puedo ayudar en ese sentido”, sostuvo Auguste.
Lo que nadie puede negar es que sabe del tema. Sus 22 años
en la elite del pádel así lo certifican. Comenzó a jugar de manera profesional
en 1991 y estuvo en los primeros lugares del ránking allí durante 10 años.
Luego se instaló en España y también estuvo en la pelea por los primeros
puestos, esta vez por 12 temporadas.
En el interín jugó y ganó seis mundiales por equipos y dos
por parejas, en todas partes del planeta, y participó en eventos de promoción
del deporte en ubicaciones tan disímiles como Las Vegas y Dubai.
En ese sentido, expresó: “Siempre observé mucho los temas
organizativos, en todos los lugares a los que fui a jugar. Es algo que me
interesa, y por eso le prestaba mucha atención. De ahí saqué enseñanzas y
experiencias que tal vez pueden servir en lo dirigencial”.
Por lo pronto, está a punto de terminar su propio club, el
Pádel People Torrelodones, en las afueras de Madrid. Vive una realidad que
jamás hubiera imaginado allá por principios de la década del ’90, cuando
arrancaba la aventura de ser jugador profesional de este –naciente por esa
época- deporte. Una realidad que lo sorprende y lo gratifica.
“En ese momento yo había dejado de jugar al tenis con 20
años recién cumplidos. Sentía que no era lo mío. Ahí fue que me encontré con el
pádel. Y fue lo que me devolvió la alegría que me estaba faltando. Es una
actividad que me dio mucho: Conocer países, gente, amigos, relacionarme, en
definitiva, me dio una profesión”, rememoró el Bebe.
Reconocido por su seriedad y responsabilidad para afrontar
los sacrificios del deporte de alto rendimiento, el bonaerense también observó
el pádel desde un foco económico. Detectó que además de ser una actividad que
le divertía, también se podía transformar en un medio de vida: “Cuando arranqué
vi que los valores de los contratos de los profesionales eran altos. Entonces
imaginé que iba a poder vivir de esto siempre y cuando me metiera entre los
mejores. Y ya en esa época comencé a entrenar seis horas por día”.
Claro, todo balance tiene su ‘debe’. Cuestiones que hay que
sacrificar para lograr el objetivo. No todo fue un lecho de rosas en la vida
profesional de Auguste, quien años después de decidir dedicarse a pleno a la
paleta, se vio obligado –como muchos otros- a emigrar hacia España.
El tono de voz del Bebe cambia cuando toca este tema. Un
dejo de melancolía aparece en su entonación cuando recuerda ese momento. “Fue
una de las decisiones más difíciles de mi vida. Yo amo Buenos Aires, y la idea
fue siempre volver. Pero con el paso del tiempo se fueron dando una serie de
circunstancias que me lo impidieron. Creo que si tengo que decir qué fue lo que
me quitó el pádel, es eso. Vivir en mi país”.
No es una frase aislada; Bebe se explaya en este asunto y
deja en claro que se trata de algo doloroso. “Yo estoy muy bien acá en España.
Me desarrollé en lo profesional, mis hijos se están educando acá y estoy más
que conforme. Pero cuando llego a Baires es como que nunca me fui. Esas cosas
son difíciles de llevar, no vivir donde todos te conocen, donde salís de tu
casa y te saluda el quiosquero, te cruzás con tu maestra de la primaria y te
ponés a charlar. Esas cosas se extrañan”.
Al que no se lo va a extrañar tanto es a él. Porque va a
seguir fuertemente vinculado al ambiente del pádel. Hoy, con su flamante club y
su nueva ocupación, la de entrenador. Quién sabe mañana, desde un lugar en la
dirigencia del deporte. Ganas no le faltan.
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